Sr. Editor:
La hipercoagulabilidad es uno de los mecanismos clave que conduce al fallo multiorgánico y la muerte en pacientes con infección por el coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo o “SARS-CoV-2” por sus siglas en inglés, con altas tasas de tromboembolismo venoso (TEV)1. Las autopsias han encontrado micro-trombos en la circulación pulmonar y extensos coagulos en pequeños vasos y capilares1,2.
Debido a ello, se han elaborado múltiples guías y recomendaciones para el manejo del riesgo, así como de los eventos tromboembólicos en estos pacientes3. Entre los fármacos más utilizados se encuentra las heparinas de bajo peso molecular (HBPM), y se recomienda que todos los pacientes hospitalizados, tengan o no factores de riesgo protrombóticos asociados, deben recibir profilaxis antitrombótica si no existe contraindicación3. Sin embargo, sigue existiendo vacíos en subgrupos específicos basados en la gravedad de la enfermedad, así como en los casos leves y en los que reciben tratamiento domiciliario.
La evidencia sugiere que el tratamiento o profilaxis anticoagulante en pacientes infectados reduciría la mortalidad y mejoraría el intercambio gaseoso y la necesidad de ventilación mecánica2,4. Sin embargo, Lynn y cols.5, en un análisis retrospectivo de 402 pacientes encuentran un incremento notable (OR 3,42; IC-95%: 2,06-5,67) de la mortalidad en pacientes que recibieron anticoagulación terapéutica en comparación al régimen profiláctico. Por otro lado, Al-Samkari y cols.1, en una simulación de ensayo clínico (“target trial”) realizado en 2809 pacientes con infección crítica por SARS-CoV-2, reportaron que aquellos pacientes que recibieron anticoagulación terapéutica temprana (384 pacientes), el riesgo de muerte fue similar (hazard ratio: 1,12 [IC-95%: 0,92-1,35]) a aquellos que no recibieron anticoagulantes, en un seguimiento de 27 días. De igual manera Motta y cols.6, encontraron que el riesgo de mortalidad intrahospitalaria en aquellos que recibieron dosis terapéuticas fue 2,3 veces mayor (IC-95%: 1,0-4,9) que en aquellos que recibieron profilaxis. Está claro que aún nos falta mucho por aprender sobre la anticoagulación y que la nueva evidencia nos está dando nuevas luces para reformular las recomendaciones a futuro.
Pese a todos estos avances, todavía es limitada la evidencia en relación a la anticoagulación en pacientes que requieren manejo domiciliario. No está claramente establecido el riesgo de TEV en estos pacientes3. Por ello, se recomienda realizar una evaluación individualizada del riesgo de trombosis y sangrado mediante modelos de predicción clínica (escala de Padua e IMPROVE), así mismo evaluar la función renal y peso para el ajuste de la dosis del fármaco anticoagulante3. Además, en aquellos que se encuentren completamente inmovilizados, brindar terapias compresivas y medias elásticas3.
Recomendamos no hacer un uso excesivo de la anticoagulación en pacientes infectados por SARS-CoV-2, debido a que se podría elevar el riesgo de muerte. Se debe evaluar previamente el riesgo de trombosis, sangrado, función renal y peso para indicar su uso en domicilio. No todos los pacientes requieren anticoagulación. Es importante realizar estudios para estimar si se está haciendo un uso adecuado de estos medicamentos en nuestra población.