INTRODUCCIÓN
La fecundidad es una de las variables demográficas que tiene como fin estimar a futuro la evolución del crecimiento poblacional1,2 y sus posibles consecuencias en el desarrollo de las naciones3,4,5, Bongaarts, hace referencia a Perú como uno de los países con mayores niveles de fecundidad al nivel de Kenia en la década de los 50s lo cual significaba una alarma social.6 Entre los datos precisados por el Banco Mundial, en el periodo comprendido entre 1960 y el 2015 se ha observado un notable declive de 4.98 a 2.45 hijos nacidos por mujer en edad fértil en promedio7.
Se conoce que las brechas más amplias de fecundidad son las encontradas en la realidad africana en la que los niveles mínimos de fecundidad fluctúan en 4.9 hijos en promedio por mujer hasta el 2015 y superan las cifras más elevadas de natalidad de los continentes europeo y norteamericano. Asia también ha sido alcanzada por esta ola de descenso mundial que tuvo en los años 60 un pico alto de fecundidad que llegó a 6 hijos por mujer y que descendió a 2.5 hijos por mujer en el 20157.
Algunos países pertenecientes a la Unidad Europea ya en la década de los 60s poseían niveles reducidos de fecundidad de 2.6 hijos por mujer el cual continuó decayendo para el 2015 en 1.6 hijos por mujer7. En el mismo intervalo de tiempo Norteamérica declinó de 3.7 a 1.8 hijos por mujer8,9, América Latina afronta ligeramente el declive de la fecundidad, puesto que hasta el 2015 se estimó una disminución equivalente a 2.1 hijos por mujer13 lo cual es inferior al 50% que constituyó en la década de los 60s en la que la tendencia era de 5.9 hijos por mujer10.
Perú ha sufrido gradualmente estos cambios11, en el quinquenio entre 1970 y 1975 las mujeres tenían 6 hijos y en el quinquenio posterior se redujo a 5.38 hijos10,11. En los años 90, en respuesta a la introducción de los métodos anticonceptivos12,13, mayor acceso a la educación 14,15; la urbanización16, y las oportunidades de empleo17, se redujo la natalidad a un promedio de 3.8 hijos por mujer y rápidamente se concentró en 3 hijos10,11. Entre los datos proporcionados por la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe, (CEPAL) se estimó que entre el 2015 y el 2020 la tasa global de fecundidad (TGF) en Perú se establecerá en 2.4 hijos por mujer y entre el quinquenio 2020 y 2025 en 2.1 hijos por mujer, lo cual sería un riesgo para cubrir la tasa de reemplazo generacional10 y disminuirá con mayor facilidad en la sierra y en la selva, pero en menor medida en la costa; entre los departamentos con menores tasas se encontrarían Arequipa (1.88), Moquegua (1.86), Lima (1.82) y Callao (1.75); y los departamentos con mayores tasas serían: Huancavelica (3.13), Ayacucho (2.65), Huánuco (2.65), Apurímac (2.62) y Amazonas (2.52)10.
En efecto, los conocidos demógrafos Wrigley y Caldwell4 afirman que todos los cambios demográficos han tenido como causa la difusión de ideas, valores y normas del núcleo familiar. Los nuevos conceptos de maternidad arrojan una posible asociación con otras variables como el nivel económico, la edad de la mujer, el nivel educativo, el protagonismo de la mujer en la sociedad y trabajo, el feminismo, los cambios en la nupcialidad, el acceso a los métodos anticonceptivos; dentro de lo que se sugiere una relación positiva entre la disminución de la fecundidad y una mejor posición social de la mujer2,5, incluso considerando a la maternidad como una variable exógena19.
La literatura sugiere que uno de los problemas con la fecundidad tendría que ver con los indicadores de bienestar que oscilan alrededor del desarrollo de la mujer20,21. En ese sentido se ha identificado que la maternidad precoz y tardía en mujeres es un problema tanto de salud como de carácter social8,14. Examinando la conducta reproductiva en mujeres peruanas entre los 15 y19 años, la cual es reducida, pero no menos importante12,22 se ha encontrado que en el 2016 el porcentaje de mujeres adolescentes con hijos corresponde a un 12.7%, el cual se ha reducido solamente en un 0.5% en los últimos años12. Los adolescentes del estrato alto pasan más tiempo en el sistema educativo, se insertan más tarde al mercado laboral y el inicio de la vida sexual es más tardío; los adolescentes de los estratos bajos desertan del sistema educativo mayormente a los 12 años lo cual hace que se involucren de manera temprana al trabajo y al inicio de las relaciones sexuales y son parte del quintil inferior de pobreza22. Los adolescentes tienen poca información y disponibilidad a los métodos anticonceptivos por las barreras culturales y económicas1,13. Tienen mayores probabilidades de vivenciar uniones sexuales con parejas no estables, en algunos casos no consensuadas y poseen circunstancias familiares desequilibrantes como vivir en hogares que no tienen ambas figuras paternas, y carecer del suficiente control paternal23,24,25.
Un dato importante es que usualmente los embarazos a temprana edad, pueden estar ligados a otras conductas de riesgo como el consumo de sustancias psicotrópicas; se ha descubierto que muchos jóvenes reconocen haber mantenido relaciones sexuales bajo la ingesta de alcohol lo cual no solo ha provocado embarazos no deseados sino la exposición a enfermedades de transmisión sexual, entre otros riesgos26; de manera que, el iniciarse a temprana edad en el consumo de alcohol impulsa a experimentar la vida sexual27.
Un retraso en la edad del primer hijo haría más difícil la decisión de tener más hijos; situación que se opone a tiempos pasados en donde la edad fértil tenía un efecto positivo sobre la probabilidad de ser madre16,28. Las encuestas demográficas y estudios poblacionales señalan que el grupo etáreo con menor riesgo reproductivo corresponde al rango 20 – 29 años de edad que actualmente presenta mayores descensos en fecundidad sobre todo en las zonas urbanas4,15. Este grupo se configuró hasta el 2010 con el pico más alto en fecundidad, actualmente el grupo etáreo con mayores niveles de fecundidad oscila entre 25 y 34 años11.
Estudios de la variable estado civil cómo el de Donoso15 confirman que la unión libre reduce la fecundidad en un 51% ya que las mujeres casadas tienen una mayor disponibilidad a tener hijos18; en efecto muchas mujeres cambiarían la convivencia por el matrimonio antes de tener hijos13. En contraste, algunos autores refieren que las nuevas tendencias familiares, entre ellas la convivencia o ginecoparentalidad elegida comporta pautas más flexibles y menos conservadoras que aligera y flexibilizan los roles y funciones familiares.24,25. Así la desvinculación con la conyugalidad y la formación de una familia tradicional estaría influenciada por el miedo a perder oportunidades de crecimiento profesional, por la carencia de políticas que concilien la familia con la vida laboral, por la posibilidad de llegar a ser madre sin necesidad de tener una pareja, por un exceso de confianza en las técnicas de reproducción asistida (TERAS) y por el miedo a no encontrar la pareja ideal29.
Las mujeres tienen mayor información acerca de los métodos de planificación familiar13,19. Ello ha ocasionado un cambio en su mentalidad y comportamiento sexual. El feminismo, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y un mejor nivel de instrucción femenino serían en gran medida las causas de que retrasen la maternidad y se enfoquen en otras posibilidades de crecimiento personal como la educación y trabajo16,28. Las mujeres que no están insertas en la vida laboral, tienen una pareja estable y con creencias religiosas arraigadas prefieren no utilizar ningún método artificial o solo métodos anticonceptivos naturales y son más proclives a la crianza12,24. El comportamiento sexual de una mujer conviviente es diferente al de una casada30; un estudio en mujeres arequipeñas encontró que las parejas que viven en unión libre utilizan con mayor frecuencia el condón masculino y los anticonceptivos orales que las mujeres casados que además son más propensas a nmo usar ningún método artificial31.
En la actualidad la relación entre la fecundidad y la inserción laboral femenina es conflictiva, ya que resulta difícil conciliar estas dos formas de autorrealización. Como resultado de lo anterior la probabilidad de tener un hijo entre las mujeres trabajadoras es un 21% menor que la de aquellas que no trabajan25. Por ello, la crisis de fecundidad encuentra una de sus causas en la menor empleabilidad18,30. Se ha señalado que las mujeres que trabajan y aportan un ingreso al hogar y que tienen una pareja estable acrecentarían sus probabilidades de tener hasta dos hijos y que la decisión de tener un tercer hijo estaría mediada por el factor económico12. Davia y Legazpe28 argumentan que son las empresas y centros laborales los que promueven un estereotipo de empleado exento de responsabilidades que dificulten su producción como la tenencia de hijos ya que existen estudios que respaldan este nuevo fenómeno llamado mobbing maternal32,33.
Las evidencias respecto a la educación34, revelan que las mujeres con mayor instrucción consideran que los hijos representan un alto coste de oportunidades, incluso, llegar a culminar la secundaria configura un impacto negativo hacia la fecundidad en algunas mujeres24,25. Usualmente la diferencia de edad entre hombre y mujer suele ser de tres años siendo el hombre el mayor y los estudios sugieren que el número de varones nacidos justo antes de una caída brusca de la fecundidad sería mayor que el de mujeres nacidas tres años después de este declive, lo que disminuye la cantidad de posibles parejas para ellos alterándose las pautas de fecundidad35. Se cree que cuando los hombres son mayores de 30 años se desfavorece la fecundidad de 23 a 28 puntos porcentuales respecto de los hombres menores de treinta años34. Adicionalmente, los hombres mayor nivel educativo unidos a mujeres de menor nivel procurarían una mayor fecundidad13.
El objetivo principal del presente estudio es conocer los factores predictores de un comportamiento reproductivo a favor de la tenencia de 3 hijos y más.
METODOLOGIA
La presente investigación obedece a un diseño de corte transversal retrospectivo36. Se ha utilizado como fuente de información la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES)12 cuya población objetivo son las mujeres en edad fértil de 15 a 49 años de edad y sus hijos menores de 5 años. La muestra de la ENDES 2016 es probabilística, de áreas, estratificada, bietápica y auto ponderada a nivel departamental por área de residencia: urbana y rural. Dicha muestra está constituida por 3175 conglomerados, distribuidos proporcionalmente en las áreas urbana y rural; el número de conglomerados por departamento fluctúa entre 96 hasta 130, salvo en Lima donde se seleccionaron 280 conglomerados. El número de hogares es de 35.900 dentro de los cuales se obtuvieron un total de 36.655 entrevistas completas de mujeres entre los 15 a 49 años. Dada el área geográfica abarcada, dicha muestra es representativa de la población peruana. Se trabajó con aquellas mujeres que afirmaron haber iniciado ya su vida sexual lo que determinó una muestra final de 29.246 mujeres.
Análisis estadístico
Se presentan los resultados mediante frecuencias y porcentajes para las variables categóricas; mientras que para las variables continuas se presentan la media y desviación estándar. El análisis bivariado se realizó a través de la prueba chi cuadrado de Pearson (variables categóricas) y la prueba t de Student para muestras independientes (variables continuas). Para evaluar los factores asociados a un alto nivel de fecundidad en la mujer peruana se calcularon las razones de prevalencia (RP) crudas y ajustadas con los intervalos de confianza al 95% (IC 95%) usando la regresión de Poisson con varianza robusta, dado que no sobreestima la asociación entre las variables y tiene una mejor convergencia que la regresión logística cuando hay una prevalencia de la condición de interés mayor al 20%37,38. Para el análisis multivariado se incluyó a las variables que fueron significativas en el análisis bivariado (p< .05). El valor crudo muestra los valores RP de forma independiente y el RP ajustado muestra la interrelación con las demás variables. Los análisis fueron realizados con el programa STATA versión1539.
RESULTADOS
La proporción de mujeres que tiene una alta fecundidad (3 hijos o más) a nivel nacional fue del 36.8%. En la Tabla 1 se pueden apreciar los resultados de la estadística bivariada entre diversas variables sociodemográficas y su asociación con una alta fecundidad, todas las variables mostraron ser significativas por lo que se incluyeron dentro del modelo de regresión.
Característica | 0 a 2 hijos n= 18489 f (%) | 3 o más hijos n= 10757 f (%) | p-valor | |
---|---|---|---|---|
Área de residencia | ||||
Urbana | 14127 (67.7%) | 6726 (32.3%) | <.001 | |
Rural | 4362 (52.0%) | 4031 (48.0%) | ||
Nivel educativo de la mujer | ||||
Ninguno, preescolar | 113 (16.5%) | 570 (83.5%) | <.001 | |
Primaria | 2336 (34.6%) | 4410 (65.4%) | ||
Secundaria | 8631 (67.0%) | 4250 (33.0%) | ||
Superior no universitario | 3835 (79.1%) | 1011 (20.9%) | ||
Superior universitario | 3574 (87.4%) | 516 (12.6%) | ||
Estado civil | ||||
Casada | 3384 (46.9%) | 3866 (53.3%) | <.001 | |
Conviviente | 9201 (62.4%) | 5549 (37.6%) | ||
Índice de riqueza | ||||
Primer quintil | 3140 (47.2%) | 3518 (52.8%) | <.001 | |
Segundo quintil | 4566 (60.2%) | 3021 (39.8%) | ||
Tercer quintil | 4258 (67.4%) | 2056 (32.6%) | ||
Cuarto quintil | 3756 (73.2%) | 1372 (26.859 | ||
Quinto quintil | 2769 (77.8%) | 790 (22.2%) | ||
Condición laboral actual de la mujer | ||||
No trabaja | 6928 (66.3%) | 3525 (33.7%) | <.001 | |
Trabaja | 11561 (61.5%) | 7232 (38.5%) | ||
Número de uniones | ||||
Una unión | 13508 (61.5%) | 8441 (38.5%) | <.001 | |
Más de una unión | 1332 (37.2%) | 2246 (62.8%) | ||
Nivel educativo de la pareja | ||||
Ninguno, preescolar | 86 (31.2%) | 190 (68.8%) | ||
Primaria | 1681 (33.5%) | 3335 (66.5%) | ||
Secundaria | 10489 (62.5%) | 6304 (37.5%) | <.001 | |
Superior no universitario | 2332 (74.9%) | 783 (25.1%) | ||
Superior universitario | 251 (77.0%) | 75 (23.0%) | ||
Violencia de pareja | ||||
No es víctima | 6522 (63.2%) | 3796 (36.8%) | <.001 | |
Víctima de violencia | 5854 (55.2%) | 4759 (44.8%) | ||
Diferencias de edad dentro de la pareja | ||||
Mujer mayor (10 + años) | 67 (39.9%) | 101 (60.1%) | <.001 | |
Mujer mayor (5 – 9 años) | 358 (48.8%) | 376 (51.2%) | ||
Mujer mayor (1 – 4 años) | 1621 (57.4%) | 1203 (42.6% | ||
La misma edad | 1206 (62.4%) | 728 (37.6%) | ||
Varón mayor (1 – 4 años) | 4789 (59.3%) | 3281 (40.7%) | ||
Varón mayor (5 – 9 años) | 2988 (56.4%) | 2315 (43.6%) | ||
Varón mayor (10 + años) | 1553 (52.4%) | 1409 (47.6%) | ||
Veces en las que la pareja se emborracha | ||||
No bebe alcohol | 2192 (55.55) | 1755 (44.5%) | <.001 | |
Nunca se emborracha | 1917 (65.1%) | 1030 (34.9%) | ||
Algunas veces | 7833 (60.2%) | 5173 (39.85) | ||
Con frecuencia | 538 (44.2%) | 677 (55.8%) | ||
Mortalidad infantil | ||||
Ningún hijo muerto | 18254 (67.2%) | 8897 (32.8%) | <.001 | |
Al menos un hijo muerto | 235 (11.2%) | 1860 (88.8%) | ||
Diferencias en el nivel educativo dentro de la pareja | ||||
Mujer tiene un mayor nivel | 5397 (72.9%) | 2010 (27.1%) | <.001 | |
Mismo nivel | 7612 (56.4%) | 5886 (43.6%) | ||
Varón tiene mayor nivel | 1830 (39.6%) | 2791 (60.4%) | ||
Uso de anticonceptivos | ||||
Actualmente usa | 11.762 (59.2%) | 8094 (40.8%) | <.001 | |
Usó desde el último nacimiento | 4.249 (76.4%) | 1316 (23.6%) | ||
Usó antes del último nacimiento | 1708 (59.2%) | 1176 (40.8%) | ||
Nunca usó | 770 (81.83%) | 171 (18.2%) | ||
Media (DE) | Media (DE) | p-valor | ||
Edad de primera relación sexual | 18.3 (3.56) | 16.9 (2.85) | <.001 | |
Número total de parejas sexuales | 1.94 (2.73) | 1.84 (1.93) | <.001 | |
Edad de la mujer en el primer nacimiento | 22.0 (4.94) | 19.3 (3.43) | <.001 | |
Edad de la mujer en la primera unión | 21.2 (4.90) | 19.2 (4.20) | <.001 | |
Número ideal de hijos deseados | 2.27 (2.27) | 3.10 (5.50) | <.001 |
Fuente: Encuesta Demográfica y de Salud Familiar ENDES
La Tabla 2 nos permite apreciar los factores asociados con una alta fecundidad, tanto en el modelo no ajustado (crudo) y el modelo multivariado (ajustado). Hallamos que los factores asociados con una mayor probabilidad de tener tres hijos o más son: un menor nivel educativo, por ejemplo no tener escolaridad o solo haber asistido al nivel inicial (RP: 3.01; IC 95%: 2.15-4.22; p<. 001) o tener solo primaria (RP: 2.63; IC 95%: 2.03-3.42; p< .001); tener más de una unión de pareja (RP: 1.46; IC 95%: 1.41-1.52; p<. 001); que la mujer sea mayor que su pareja, por ejemplo 10 o más años (RP: 1.34; IC 95%: 1.17-1.54; p< .001) o 5 a 9 años (RP: 1.21; IC 95%: 1.11-1.33; p<. 001). Que haya fallecido al menos uno de los hijos también se asocia a una mayor fecundidad (RP: 1.52; IC 95%: 1.47-1.57; p< .001); así como, el uso actual de anticonceptivos (RP: 1.30; IC 95%: 1.15-1.47; p< .001) y ser víctima de violencia de pareja (RP: 1.09; IC 95%: 1.05-1.12; p<. 001).
Variables | RP crudo (IC 95%)* | p-valor | RP ajustado (IC 95%) ** | p-valor | |
---|---|---|---|---|---|
Rural | 1.49 (1.45-1.53) | < .001 | 0.90 (0.86-0.94) | < .001 | |
Nivel educativo | |||||
Ninguno/preescolar | 6.61 (6.06-7.22) | < .001 | 3.01 (2.15-4.22) | < .001 | |
Primaria | 5.18 (4.77-5.63) | < .001 | 2.63 (2.03-3.42) | < .001 | |
Secundaria | 2.62 (2.40-2.84) | < .001 | 1.74 (1.45-2.08) | < .001 | |
Superior no universitario | 1.65 (1.50-1.82) | < .001 | 1.30 (1.15-1.46) | < .001 | |
Superior universitario (categoría de referencia) | 1 | 1 | |||
Convivencia | 0.71 (0.68-0.73) | < .001 | 0.68 (0.66-0.70) | < .001 | |
Índice de riqueza | |||||
Primer quintil (categoría de referencia) | 1 | 1 | |||
Segundo quintil | 0.75 (0.73-0.78) | < .001 | 0.94 (0.90-0.98) | .004 | |
Quintil medio | 0.62 (0.59-0.64) | < .001 | 0.95 (0.89-1.00) | .068 | |
Cuarto quintil | 0.51 (0.48-0.53) | < .001 | 0.99 (0.92-1.06) | .721 | |
Quinto quintil | 0.42 (0.39-0.45) | < .001 | 1.05 (0.96-1.15) | .291 | |
Mujer trabaja actualmente | 1.14 (1.10-1.18) | < .001 | 1.09 (1.05-1.12) | < .001 | |
Más de una unión | 1.63 (1.58-1.68) | < .001 | 1.46 (1.41-1.52) | < .001 | |
Nivel educativo de la pareja | |||||
Ninguno/preescolar | 2.99 (2.42-3.71) | < .001 | 0.95 (0.63-1.41) | .789 | |
Primaria | 2.89 (2.37-3.53) | < .001 | 0.99 (0.73-1.38) | .999 | |
Secundaria | 1.63 (1.34-1.99) | < .001 | 0.87 (0.67-1.13) | .292 | |
Superior no universitario | 1.09 (0.89-1.34) | .403 | 0.91 (0.72-1.15) | .421 | |
Superior universitario (categoría de referencia) | 1 | ||||
Víctima de violencia | 1.22 (1.18-1.26) | < .001 | 1.09 (1.05-1.12) | < .001 | |
Diferencias de edad dentro de la pareja | |||||
Mujer mayor (10 + años) | 1.60 (1.39-1.83) | < .001 | 1.34 (1.17-1.54) | < .001 | |
Mujer mayor (5 – 9 años) | 1.36 (1.24-1.49) | < .001 | 1.21 (1.11-1.33) | < .001 | |
Mujer mayor (1 – 4 años) | 1.13 (1.05-1.22) | .001 | 1.12 (1.05-1.21) | .001 | |
La misma edad (categoría de referencia) | 1 | 1 | |||
Varón mayor (1 – 4 años) | 1.08 (1.01-1.15) | .017 | 0.98 (0.92-1.04) | .485 | |
Varón mayor (5 – 9 años) | 1.16 (1.09-1.24) | < .001 | 0.98 (0.91-1.04) | .485 | |
Varón mayor (10 + años) | 1.26 (1.18-1.35) | < .001 | 0.99 (0.93-1.06) | .823 | |
Veces en las que la pareja se emborracha | |||||
No bebe alcohol | 0.80 (0.75-0.85) | < .001 | 0.85 (0.79-0.91) | < .001 | |
Nunca se emborracha | 0.63 (0.58-0.67) | < .001 | 0.82 (0.76-0.88) | < .001 | |
Algunas veces | 0.71 (0.68-0.75) | < .001 | 0.85 (0.80-0.91) | < .001 | |
Con frecuencia (categoría de referencia) | 1 | 1 | |||
Falleció al menos un hijo infante | 2.71 (2.65-2.77) | < .001 | 1.52 (1.47-1.57) | < .001 | |
Diferencias en el nivel educativo dentro de la pareja | |||||
Mujer tiene un mayor nivel | 0.62 (0.60-0.65) | < .001 | 1.04 (0.93-1.17) | .460 | |
Mismo nivel (categoría de referencia) | 1 | 1 | |||
Varón tiene mayor nivel | 1.39 (1.34-1.43) | < .001 | 0.99 (0.89-1.10) | .884 | |
Uso de anticonceptivos | |||||
Actualmente usa | 2.24 (1.96-2.57) | < .001 | 1.30 (1.15-1.47) | < .001 | |
Usó desde el último nacimiento | 1.30 (1.13-1.50) | < .001 | 1.02 (0.89-1.16) | .785 | |
Usó antes del último nacimiento | 2.24 (1.95-2.59) | < .001 | 1.33 (1.16-1.51) | < .001 | |
Nunca usó (categoría de referencia) | 1 | ||||
Edad de la primera relación sexual | 0.91 (0.90-0.92) | < .001 | 1.03 (1.02-1.04) | < .001 | |
Número total de parejas sexuales | 0.98 (0.97-0.99) | .008 | 1.00 (0.99-1.01) | .411 | |
Edad de la mujer cuando tuvo su primer hijo | 0.91 (0.90-0.92) | < .001 | 0.90 (0.89-0.91) | < .001 | |
Edad de la mujer en la primera unión | 0.94 (0.93-0.95) | < .001 | 1.03 (1.02-1.04) | < .001 | |
Número ideal de hijos | 1.01 (1.01-1.02) | < .001 | 1.01 (1.00-1.01) | < .001 |
*Regresión de Poisson simple con varianza robusta
**Regresión de Poisson múltiple con varianza robusta, el modelo se generó con todas las variables que mostraron ser estadísticamente significativas en el análisis crudo; cuenta con un Pseudo R2=.0913
Por otro lado, las variables que se asocian con una menor probabilidad de tener tres hijos o más son: ser conviviente (RP: 0.68; IC 95%: 0.66-0.70; p< .001); que la pareja no beba alcohol (RP: 0.85; IC 95%: 0.79-0.91; p< .001), no se emborrache (RP: 0.82; IC 95%: 0.76-0.88; p< .001) o lo haga solo algunas veces (RP: 0.85; IC 95%: 0.80-0.91; p< .001); una mayor edad de la mujer al momento de ser madre por primera vez (RP: 0.90; IC 95%: 0.89-0.91; p< .001); el índice de riqueza también influye sobre la fecundidad, dado que las mujeres que pertenecen al segundo quintil de riqueza tienen una menor probabilidad de tener una alta fecundidad (RP: 0.94; IC 95%: 0.90-0.98; p< .001) en contraste con las mujeres más pobres pertenecientes al primer quintil.
DISCUSIÓN
La literatura ampara que el auge del nuevo impacto cultural enarbolado en la modernización40, ha suscitado un cambio en el manejo de la vida sexual y reproductiva de la mujer, ante dicha premisa Rossier y Bernardi consideran según el modelo sociopsicológico, las interacciones de los factores biológicos, psicológicos, sociales y relacionales que funcionan como influencias que hacen cada vez más complejas las conductas reproductivas41.
Si bien los nuevos enfoques de género promueven un comportamiento sexual desligado de la maternidad42, existen estudios que afirman que aún existen deseos genuinos de tener hijos como los presentados en nuestros resultados; pero, que actualmente este ideal se ve opacado por la primacía del llamado “privilegio económico”43.
Ante esto el análisis microeconómico de la fecundidad el cual refiere una asociación entre “calidad - cantidad”, menciona que se cree que hay una relación inversa entre la cantidad de hijos y la calidad de vida que se les podría ofrecer; de manera que, desde una percepción utilitarista, convendría tener menos hijos para procurarles mejores condiciones de vida y que se conviertan en un activo social productivo en el futuro para la llamada “empresa familiar”44. Incluso en familias que poseen grandes ingresos económicos, la decisión de tener un tercer hijo pondría en discusión si la calidad de vida podría disminuir o no, lo cual posiblemente restrinja el nacimiento de un nuevo miembro15. Según algunos estudios esto se debería a que los servicios educativos de calidad cada vez son más costosos lo cual frena el deseo de que la familia crezca; es así, que los padres con mayor nivel educativo preferirían tener mejor calidad de vida y menor cantidad de hijos14.
A su vez el análisis macroeconómico de la fecundidad posee una visión anti natalista enraizada en los cambios de la condición social de la mujer el cual tiene diferentes vertientes a explicar43. Entre ellas la edad de la mujer juega un papel fundamental en la fecundidad, los resultados presentados se respaldan en estudios que confirman que el inicio precoz de las relaciones sexuales y de la vida conyugal tiene un efecto próximo positivo sobre la fecundidad; es decir, que a menor edad mayor posibilidad de tener hijos y a mayor edad menor fecundidad23. Se ha encontrado además, estudios que sostienen lo encontrado en nuestros hallazgos, y es que una deficiencia en la educación45, acceso a métodos de planificación familiar13, carencia de una de las figuras paternas y una dinámica familiar confusa y disfuncional aproximarían a la mujer joven con mayor prontitud a unirse sexualmente y posiblemente tener hijos, indistintamente del tipo de relación llevada llámese matrimonio o convivencia, enamoramiento o soltería20.
Tomando en cuenta la actividad sexual de la mujer, el presente estudio refiere el número de parejas sexuales que haya tenido la mujer en su vida no influye sobre la probabilidad de tener tres hijos o más, lo que puede ser explicado por algunas investigaciones que mencionan que la liberación sexual femenina está íntimamente ligada a la anticoncepción y ruptura con la maternidad considerada como un constructo social y no como un elemento intrínseco en ella19,42. Asimismo la decisión de tener un tercer hijo tendría un notable peso económico más aún si no se cuenta con una pareja estable, lo cual conduciría a contextos de riesgo como la pobreza46.
Considerando que las mujeres que han tenido más de una unión tienen una mayor probabilidad de tener de tres hijos a más, se hace necesario indicar que algunos estudios indican que esto también se asocia a una condición de pobreza de la mujer y a un menor nivel educativo45. Respecto al tipo de unión de pareja, existen estudios que indican que el matrimonio es el tipo de unión que procura una mejor estabilidad de la fecundidad, teniendo en cuenta que las mujeres se sienten más seguras y protegidas para poder criar y educar a sus hijos26,31. Nuestros datos respaldan esta afirmación, dado que se halló que la convivencia reduce la posibilidad de tener de tres hijos a más, a pesar de que las mujeres con esta condición poseen una dispersión amplia de edad en la que se tienen los hijos que va desde el inicio hasta el final de la edad fértil43. Lo particular de esta unión es que el nacimiento del primer hijo suele darse a temprana edad y usualmente la mujer no posee las condiciones laborales y educativas requeridas para satisfacer todas sus necesidades14, lo cual dificulta la decisión de tener más hijos, demostrando también que para las mujeres la presencia de una pareja estable les facilita la decisión de tener más hijos1,46; no obstante, dentro de la dinámica familiar se ha encontrado que las parejas que conviven consumen más cantidad de bebidas alcohólicas que las parejas de casados, lo que podría ser escenario de conductas sexuales riesgosas y de violencia31. Las mujeres unidas por el vínculo matrimonial y por las características institucionales que implica esta unión, poseen mayores niveles de fecundidad pero dentro de un periodo de años determinando o planificado y que va declinando con el paso del tiempo a diferencia de la mujer conviviente45.
La violencia no ha sido estudiada por muchos como un factor importante en la fecundidad, lo que encontramos en el presente estudio manifiesta que el haber sufrido violencia de cualquier tipo ocasionaría en la mujer un estado de vulnerabilidad a su vida sexual y posiblemente podría ser sometida a la maternidad sin su consentimiento, sobre todo en mujeres menores, con deficiente educación y que viven en zonas rurales 47. Touleman, Pailhé y Rossier confirman que la urbanización también cobra un papel fundamental en el análisis de la fecundidad y es que el proceso de globalización y desarrollo económico ha posibilitado a que la población migre con mayor frecuencia a los sectores urbanos35,48,49.
Lo que muestra la evidencia científica es que los elevados niveles de fecundidad se encuentran en los estratos socioeconómicos muy altos, pero también en los que son muy bajos16. En los estratos muy altos el beneficio económico otorgaría la posibilidad de tener varios hijos y con buena calidad de vida más aún si los padres tienen un nivel educativo superior. Los estratos muy bajos a raíz de una deficiencia educativa, incapacidad de acceso a métodos de planificación familiar, una idiosincrasia que promueve la unión a tempranas edades y considerar a los hijos como bienes para el trabajo rural tendrían mayores posibilidades de procrear9,19. Por último cabe discutir lo propuesto por Pritchett que pone de manifiesto que los programas de control de la fecundidad y acceso a métodos de planificación familiar no son la causa de la disminución de la misma, sino las decisiones reales de las parejas o el convencimiento de que las familia cortas son los mejores escenarios para una buena calidad de vida, estas decisiones son producto principalmente de la educación, ingresos económicos y de las posibilidades que el bebé sobreviva al parto50.