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Hispanic Review 74.4 (2006) 379-396


Hermenéutica Colonial e Historicismo Transatlántico en la Ficción del XIX Hispanoamericano
Raúl Ianes
Miami University

La organicidad de las distintas fases de la Colonia española y su integración legitimizadora a las etapas del pensamiento y la cultura criolla ha reclamado, desde uno u otro punto de vista la atención de los pensadores hispanoamericanos desde el comienzo de la vida republicana. Esto no quiere implicar por supuesto que no se diesen ya, en la conciencia de los criollos coloniales, las etapas determinantes de la futura nacionalidad, ni por otro lado—como recordaba Martí—que, alcanzada la independencia política se hubiesen dejado atrás la cultura, las estructuras político-sociales, y las esencias definidoras de la mentalidad colonial. De hecho, el modelo de la eventual superación de la aporía—por negación excluyente o reacción restitutiva—resume, en gran medida, el antagonismo irreductible de los proyectos políticos de la primera etapa de la vida independiente.

La interpretación negativa y la exclusión de la Colonia como base válida de la nacionalidad, señala Leopoldo Zea, constituyó uno de los pilares fundacionales del pensamiento criollo hegemónico, encargado de cimentar el nuevo sentido de la subjetividad nacional y su proyecto liberal. Su reconocimiento como etapa histórica validadora del presente fue impedido por la falta de una superación dialéctica que incluyese su legitimidad fundacional. El proyecto político, como recordaba Martí, tropezó de entrada con una realidad cultural a la que ideológicamente negaba. Volviendo a Zea, en casi todos sus aspectos, e incluso el cultural, la Colonia fue interpretada no como [End Page 379] base constitutiva sino como contraejemplo incompatible, como fase a superar en la constitución de la nacionalidad independiente. Es así como el XIX hispanoamericano elabora los ideales fundacionales que intentan definir, desde su propia hegemonía político-discursiva, la supuesta subjetividad del ser criollo-nacional.

Me interesa reflexionar aquí sobre un plano literario-discursivo del XIX, que será el de las narrativas histórico-ficcionales. Eso tiene que ver con los comienzos de una literatura narrativa en la que, entre otras preocupaciones estéticas e ideológicas, se aprecia el reflejo de la lectura interpretativa que elaboran y enseñan––en la doble acepción del término, es decir la pedagógica y la demostrativa––los hispanoamericanos sobre las etapas de la civilización colonial. Al reflexionar sobre las ficciones fundacionales de los hispanoamericanos en este espacio, no deben desconocerse los aportes y lúcidas observaciones provenientes de otros ángulos interpretativos y diversos espacios lingüístico-culturales. Los estudios críticos que, en el marco de la crítica literaria contemporánea han examinado codificaciones de la alegoría operantes de la interrelación entre literatura, nacionalismo, historia y política cultural (Jameson, Anderson, Sommer, entre otros) han sabido brindar, en espacios tradicionalmente relegados de la literatura hispanoamericana del siglo XIX, un iluminador resultado y ampliado así el panorama desde donde acceder al replanteo de los cánones heredados, los catálogos eventualmente rescatados de las lecturas no leídas y la historiografía cultural.1

En gran medida puede afirmarse que a esas relecturas y nuevos enfoques interpretativos contemporáneos se debe gran parte del renovado interés del campo crítico y académico en un período cultural y una historia literaria—la del XIX hispanoamericano—cuya relativización o parcialización inquisitiva resultará siempre paradójica y empobrecedora, por ser esas etapas las fundacionales del pensamiento en procura de una cultura hispanoamericana autónoma [End Page 380] y la edificación de la conciencia de la nacionalidad intelectual. Estas agendas del pensamiento hispanoamericano son las que pautan, en el XIX, no sólo las orientaciones que organizan el discurso civil y la ideología de sus expresiones literarias, sino la misma genealogía de sus géneros literarios (Gomes, Los géneros literarios 33–58).

Y...

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