SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.15 issue2CASACIÓN, ORALIDAD Y NUEVO PROCESO CIVIL, TRES CONFERENCIAS CHILENASLA IGUALDAD POLÍTICA author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Ius et Praxis

On-line version ISSN 0718-0012

Ius et Praxis vol.15 no.2 Talca  2009

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122009000200017 

Revista Ius et Praxis, 15 (2):363-365 , 2009

RECENSIONES Y COMENTARIOS

 

WHAT THE BEST COLLEGE TEACHERS DO

Bain, Ken. Harvard University Press, 2004, 207 p.*

 

Sebastián López Escarcena

* Hay traducción al castellano: Bain, Ken, Lo que hacen los mejores profesores de Universidad. Publicaciones de la Universidad de Valencia, Valencia, 2005, 229 pp.

Doctor en Derecho (PhD), Universidad de Edimburgo, Reino Unido; Magíster en Derecho (LLM), Universidad de Leiden, Países Bajos; Abogado; Licenciado en Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor, investigador y coordinador del Centro de Derecho Internacional Económico de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile. Correo electrónico: rlopeze@uc.cl


Este libro no es nuevo, pero trata de un tema siempre vigente: la docencia universitaria. Su autor es director del Centro de Excelencia en la Enseñanza de la Universidad de Nueva York. Es el fruto de un trabajo serio, de quince años de duración. Involucró el seguimiento de alrededor de cien profesores en instituciones de educación superior estadounidenses, provenientes de las más diversas áreas. Sus resultados son de gran interés para quienes enseñan en la universidad, dentro de los que se incluyen los profesores de derecho en Chile. La investigación de Bain se centra en un tipo tan especial como escaso: el docente universitario que no sólo estimula a sus alumnos a estudiar la materia de su curso, sino que los estimula a aprender a pensar y actuar por sí mismos, más allá de dicho curso. ¿Qué características tiene este profesor? Se pueden resumir de la siguiente manera. Los mejores profesores, sin excepción, dominan extremadamente bien sus materias. Las han estudiado e investigado cuidadosamente, tienen ideas originales al respecto, y están al tanto de los últimos desarrollos en su especialidad. Sin embargo, no se quedan ahí -los mejores profesores se hacen el tiempo para leer de otras áreas que les interesan. Esto les permite ocuparse de las grandes preguntas de su especialidad, aquéllas que la justifican y la vinculan con el resto de las áreas que conforman el puzzle del conocimiento humano. Pero eso no es todo.

Los profesores del estudio de Bain tienen un entendimiento intuitivo del aprendizaje. Transforman materias complejas en simples y claras, permitiendo a los alumnos captar los principios fundamentales que rigen su especialidad. A partir de estos principios, guían a sus alumnos a fin de que sean ellos quienes mismos lleguen a entender las materias en forma autónoma. Las otras características que enuncia Bain son tan relevantes como las anteriores. Los mejores profesores no privilegian la investigación sobre la docencia. Le dan a ambas la misma importancia. Estos son profesores que esperan mucho de sus alumnos, pero nada que ellos no puedan hacer. Para promover y facilitar el desempeño de sus estudiantes, crean lo que Bain llama un "natural critical learning environment", un "ambiente natural de aprendizaje crítico". En éste, los alumnos se enfrentan a problemas y tareas que los obligan a repensar ideas preconcebidas, estimulando su aprendizaje. Este ambiente se ve favorecido por un hecho no menor: los mejores profesores confían en sus alumnos, y así lo demuestran. De ahí que partan de la base que sus estudiantes quieren aprender y que pueden hacerlo. Todos estos profesores evalúan constantemente su propio trabajo y hacen los cambios pertinentes cada vez que es necesario. En otras palabras, no son perfectos y están conscientes de no serlo. Por lo mismo, siempre están dispuestos a seguir aprendiendo.

El libro de Bain no es un recetario de cocina. No propone una lista de qué hacer, y qué no hacer, para convertirse en uno de los mejores profesores. Como bien dice su autor, adoptar la técnica de Reembrandt no conlleva adquirir su genio. Cada persona debe encontrar su propio estilo de docencia. Hay muchas técnicas para lograr que los alumnos aprendan a pensar y actuar por sí mismos. Sin embargo, ninguna se aleja de las constantes que enumera Bain en su libro. Conviene analizar algunas de éstas. Partamos por el entendimiento intuitivo del aprendizaje que tienen los mejores profesores, el cual determina el diseño y ejecución de sus cursos. El conocimiento no se recibe, sino que se construye. Esto bien lo saben los profesores del estudio, lo que explica el papel que le atribuyen al uso de la memoria en la docencia -un tema que interpela a todo profesor de derecho. Quién no ha escuchado decir que los alumnos deben conocer una materia antes de poder pensarla. El libro de Bain confirma que tal premisa es errada. La memoria no es una especie de almacén donde se guarda información para su posterior uso. El cerebro humano retiene y procesa información en forma simultánea. Los alumnos, por tanto, no son un grupo de contenedores vacíos donde poner información. Son personas que llegan a un curso con paradigmas que determinan la forma cómo entienden la realidad. Los mejores profesores deconstruyen estos paradigmas y construyen otros. Pero no lo hacen solos, sino en conjunto con sus alumnos. Según Bain, los modelos mentales con los que enfrentamos la realidad se modifican lentamente. Dicho cambio va acompañado de una sensación temporal de vértigo. Mal que mal, se pierde un piso conceptual determinado. La repercusión emocional que esto conlleva no es menor. Los profesores del libro de Bain lo tienen claro. Por eso ofrecen a sus alumnos un espacio seguro en el que deconstruir paradigmas y construir otros nuevos. Con este fin, diseñan cursos donde los estudiantes puedan probar ciertas ideas, descubrir las insuficiencias y limitaciones de éstas, recibir retroalimentación, y volver a probar, con otras ideas. El diálogo está en la base de estos cursos, por lo que sus clases se asemejan a una conversación, y no a una puesta en escena del profesor.

Otra constante que menciona Bain, es el rol esencial que juega el cuestionamiento en clases. Sin preguntas no hay conocimiento. No se trata, eso sí, de cualquier pregunta. Para llegar al conocimiento, se requiere tener interés en responderla. La motivación va de la mano, entonces, del cuestionamiento. Hay dos tipos de interés. El primero es intrínseco, y es el que promueven los profesores del estudio de Bain. Sólo éste permite que el aprendizaje involucre la forma de pensar y de actuar de los alumnos. El segundo es extrínseco, y un buen ejemplo de este tipo de interés es el que proviene de las notas. A los alumnos que están únicamente preocupados de su desempeño académico-formal, al punto que evitan todo desafío que pueda afectar sus notas, Bain los llama "strategic ¡earners" -"estudiantes estratégicos". Son buenos alumnos y, como tales, no pueden cometer errores. Olvidan que sin equivocarse no se aprende, por lo que muchas veces se convierten en "estudiantes bulímicos": aprenden para la prueba, pero olvidan rápidamente lo estudiado una vez rendida. La estimulación que ofrecen los mej ores profesores no va por el lado de las notas, sino por el de las preguntas que ofrece su especialidad, y las eventuales respuestas que promete. Este cuestionamiento no se circunscribe al contexto de su curso. Por el contrario, va constantemente ligado a las grandes preguntas del conocimiento humano, las que están en la base de su especialidad y la relacionan con otras. Este enfoque permite a los alumnos ver su curso en perspectiva. Ala vez, los acerca a sus profesores, quienes llegaron a su especialidad a través de esas grandes preguntas. Al estudiante estratégico, se opone el profundo. Son los "deep ¡earners" del libro de Bain, que se caracterizan por responder al desafío de aprender a fin de llegar a dominar una materia. Con este objeto, se introducen en sus principales problemas y se esfuerzan por entenderla en toda su complejidad. La participación activa de los alumnos es clave. Las preguntas provocan un debate, y las respuestas llevan a nuevas preguntas y a otros debates. Es un círculo virtuoso, en el que el profesor sólo estimula, y guía. Con su apoyo, los estudiantes se plantean sus propias preguntas, intentan responderlas y, en el camino, van desarrollando hábitos de raciocinio.

Es mucho lo que se puede decir del libro de Bain. Las preguntas que encabezan los capítulos de esta investigación sobre los mejores profesores son: ¿qué saben sobre cómo aprendemos?; ¿cómo se preparan para enseñar?; ¿qué esperan de sus alumnos?; ¿cómo conducen la clase?; ¿cómo tratan a sus alumnos?; ¿cómo evalúan a sus alumnos y a ellos mismos?; y ¿qué podemos aprender de ellos? La respuesta a cada una de estas interrogantes da cuenta de la profundidad del estudio. Bain parte enunciando las conclusiones de su trabajo al principio del libro. A lo largo de éste, va desarrollándolas en un estilo directo que, más que repetir, subraya la importancia y la estrecha relación de sus descubrimientos, estructurando una aproximación moderna y efectiva a la educación superior. El resultado es un trabajo que encarna lo mejor de la literatura académica en inglés. En otras palabras, es un libro corto, entretenido, y contundente. Es, además, extremadamente útil para cualquiera que se sienta atraído por los desafíos que involucra la educación universitaria.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License