Atenea (Concepción)
On-line version ISSN 0718-0462
Atenea (Concepc.) no.493 Concepción 2006
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-04622006000100007
Atenea N° 493 - Primer Sem. 2006 ARTICULOS José Manuel Rodríguez ABSTRACT Para Gilberto Triviños, autor notable Intentamos un asedio a la nación, al Estado-Nación, invención del hombre sedentario que asigna un territorio y a los seres que lo pueblan, a una ficción. Ficción que posee un doble rostro, por un lado máquina de memoria y por el otro, máquina de olvido. Particularidad que la hace equiparable al concepto del esquizoanálisis double blind usado para indicar una situación de doble vínculo afectivo contradictorio que coloca al sujeto en una situación sin salida, en un encierro. Palabra que nos recuerda a un filósofo contemporáneo, Michel Foucault, quien trabajó fundamentalmente, sobre encierros, la cárcel, el hospital y la escuela, en un intento de acotar la reflexión a un mapa o diagrama y a las relaciones de fuerza dadas en ese diagrama, para así extraer y mostrar el sistema de pensamiento1 que lo sostiene. Creemos que por sus características la nación, producida por cierto sistema, también puede considerarse como un encierro. En la imagen vemos nómadas, gente libre, sojuzgados por aquél:
Iniciaremos la discusión mirando la nación chilena. Máquina transparente, pues para muchos constituye una de las pocas cosas en las que se cree ciegamente. Dogma que no es susceptible de someter a la crítica o a la reflexión. Se ha llegado a pensar que el Himno Nacional es algo anterior a la historia y que representa a la pampa, a los inviernos y a las araucarias que cantan felices, entre campos bordados, su ser chileno. ¿Y qué significa ser chileno? No lo sabemos muy bien, pero sí podemos aventurar que parte de ese ser se fijó en siglo XIX. Portales aportó el orden y Bello, la gramática y el derecho2. Otros burgueses, por su lado, entablaron una guerra que engendró algunos mitos, entre ellos la valentía bélica de los nacidos en Chile. Esos mitos, hijos del dios Marte, mitos marcianos, están prefigurados por Ercilla en La araucana, texto que ha devenido gesta fundacional del país, contribuyendo a constituir la patria o alma de la nación y una zona importante del ser de los que la habitan amándola.
Respecto del uso dado al texto matriz se observa un problema, pues la lectura oficial que de él se hace es a todas luces parcial. Se amplifica la gesta y se olvida el degüello, se ensalza al héroe Lautaro y se olvida y destierra de la tierra a sus descendientes. Observamos claramente el doble cariz de la máquina nación dada la asimilación que hace del texto que la inventa. Para pensar sobre una nación llamada Chile usaremos como herramienta los escritos de Francisco Bilbao, pensador sobre el cual ha operado la fase del olvido. Luego, amplificaremos la discusión hacia la máquina-nación en general en diálogo con textos de Jorge Luis Borges y Fernando Savater.
Volviendo al objeto, antes que se disperse sobre el lenguaje, escribimos que Bilbao inicia su discusión nacional escribiendo sobre la España del medioevo. Sostiene que el poder en la península se apoyaba en un doble aparato de captura: La religión y el feudalismo, formas que, siglos más adelante, serán constitutivas de la nacionalidad. De su unión derivará la concepción dominante sobre la familia, la autoridad y la propiedad. Este tiempo interesa al autor, pues comprende que nuestro pasado ha salido de la Edad Media de España... (Bilbao, 1988: 15). Era en la que, anota, el Evangelio..., el feudalismo y el catolicismo reducen al bárbaro. El primero enseñorea la tierra; el segundo gracias a la pompa, al simbolismo, a sus mitos y a su poesía, llena los ojos del populacho. La consecuencia será la esclavitud y el sometimiento de los cuerpos a la concepción dominante: la pasión de la joven debe acallarse, se la tiene arrodillada, se viste de negro, se debe mortificar la carne (Bilbao, 1988: 15). Aparece la síntesis católica.. la monarquía absoluta, la propiedad absoluta, la autorización absoluta del clero... la humillación del plebeyo, su falta de personalidad... (Bilbao, 1988: 15). Tal síntesis, de acuerdo al pensador, reinará en Chile hasta la independencia. Desgraciadamente, continúa, tras la emancipación los revolucionarios se encontraron con un peso entre las manos que no supieron dónde apoyarlo. La impotencia humana vuelve la vista al pasado y afirma el peso sagrado en la columna misma que se había derribado (Bilbao, 1988: 19). En este punto fracasa la emancipación. Frente a ello Bilbao propone la revolución, la mudanza violenta de la organización y la síntesis pasada para remplazarla con la síntesis vaga, pero verdadera que elabora la filosofía moderna (Bilbao, 1988: 18) ¿Quién informa esta propuesta? Se funda, por un lado, en la filosofía de la época clásica, nombrando algunos de los pensadores que de ella admira: Rousseau, Voltaire, Descartes y, ocupando un lugar central, Hegel. Filósofos que confían ciegamente en el Estado-Nación como el lugar de la realización del hombre. Como ejemplo leemos un extracto sobre la reflexión nacional del teutón:
Una contradicción más compleja se articula a partir de la zona en que acepta, comulga, con la ilustración y sus sucesores escribiendo que se levante el siglo XVIII (Bilbao, 1988: 57). Tal reverencia a la época clásica, a los que la piensan, provoca su confianza en la civilización y en el derecho de civilizar... la conciencia del derecho libre, que da derecho a propagarlo para convertir en individuos libres a los que no lo son (Bilbao, 1988: 34). Este derecho a civilizar que se arroga Occidente4, hoy lo sabemos, ha sido la fuente de la destrucción, el aniquilamiento de la diferencia y de los diferentes. La contradicción aparece, instalando al texto en el más allá, cuando Bilbao se refiere al otro como: Mi semejante en cuanto otro templo, donde Dios ha colocado también la libertad (Bilbao, 1988: 34). Esta maravillosa concepción implica el respeto absoluto a la alteridad, por tanto hace imposible la idea de civilizar. Idea que, precisamente, es la que ha traído varias desgracias a esa tierra que se ha llamado Chile5. Y la otredad de Chile, según Bilbao, es el mapuche. Así, cuando anuncia que el texto fundacional de Chile, La araucana, debe leerse en todas las escuelas, está proclamando el lugar central que el indio debiese ocupar en la nación:
Y si hablamos de filosofía, viajemos hacia ella. Si se sostiene que la nación borra al otro, se hace visible un efecto, de enunciado, inquietante, constitutivo del alma nacional que no envía a indagar en las secuelas y huellas que provoca la supresión de la estructura del otro (Deleuze, 1991: 305). Si aceptamos que el otro es la estructura de condicionamiento de campo (Deleuze, 1991: 317) significaría que él es quien hace posible la existencia de ese campo. Desarrollamos:
Ahora entendemos la obsesión de El evangelio americano por los mapuches, los antiguos dueños del sur de Chile. Pues si el mapuche es el otro del chileno, representa entonces la posibilidad de la nación. Asunto que Bilbao comprende hace casi dos siglos: El araucano es una raza que tiene porvenir. Arauco recibirá la Buena Nueva de la fraternidad apoyada en el respeto de la autonomía de las razas (Bilbao, 1988: 151). Esta era la buena nueva, encontrarnos en la fraternidad, inaugurando así el devenir de nuestros complementos naturales8. Sin embargo, Puro Chile ha borrado constantemente a sus otros. Luego, ¿qué pasa cuando falta el otro en la estructura del mundo? Deleuze contesta. Sólo reina la brutal oposición. Pues el otro constituye la realidad para discutir, invalidar o rectificar lo que creo (Deleuze, 1991: 310). Ante su ausencia no hay discusión, se hace imposible la validación, porque todo ya está a priori validado y, por tanto, no hay nada que rectificar. Surge entonces la estructura perversa, la que puede ser considerada como aquella que se opone a la estructura del otro y que la substituye (Deleuze, 1991: 317). Pues, si pensamos en términos estructurales, el otro es una estructura y su negación significaría borrarla. Ausencia que provoca el desequilibrio general en el sistema. Por ello es necesario instalar otra estructura, una substituta, donde
Ahora, esto no termina aquí, pues el holocausto mapuche ha sido cuidadosamente obscurecido, silenciado, sigilosamente guardado, substituido, en última instancia, por el que llamaremos discurso cómplice. Verbalización donde se disfraza la violencia de los pacificadores con sobreabundancia de bellos ejemplos (Triviños, 2001). Este discurso encuentra su epígono en Villalobos. Historiador que escribe que los militares del ejército de ocupación se reunían a conversar amistosamente con los naturales. Un ejemplo de estos amigables diálogos es el siguiente: El Jefe de Plaza de Arauco, llegado allí por la conveniencia decretada por Montt, invitó a cien caciques y sus conas (guerreros) a parlamentar. Terminado el diálogo se sirvió la cena acompañada de abundantes licores. Sacando ventaja de los efectos provocados por éstos, los mapuches fueron asesinados a cuchillo para evitar el desperdicio de municiones10 (Ibacache, 2003: 29). Más allá de las dos formas de discurso anotadas, el perverso y el cómplice, se encuentran Bilbao y sus herederos, quienes muestran que la hermosa historia de la conquista de Arauco es sólo la historia negra de un exterminio (Triviños, 2001). La afirmación representa un intento esencial por develar el trato dado a los mapuches. Acción a la que asignamos, en este contexto, un afán trinitario: mostrar la perversión, denunciar la complicidad e inaugurar el devenir censurado. Devenir que anuncia la poesía en el momento en que Leonel Lienlaf exclama se ha levantado el ave de mi corazón y Raúl Zurita le responde se ha levantado el ave de tu corazón. El cruce de estas palabras puebla a Chile de un rumor benévolo.
Arauco es una raza que tiene porvenir, sostiene Bilbao. Chile es una nación que no tendrá porvenir mientras no reconozca ese hecho esencial que nos anuncia la buena nueva, el discurso del encuentro. Veremos ahora a otros autores que asimilamos a esta modalidad discursiva en sus escritos sobre un espectro llamado Nación.
Jorge Luis Borges no se identifica con el Estado-Nación. Aforismos como el de Hegel El estado es la realización de la idea moral (Borges, 1987: 36) le parecen bromas siniestras11. Con humor, cita a Plutarco, quien se burlaba de aquellos que declaran que la la luna de Atenas es mejor que la luna de Corintio (Borges, 1987: 36). Sostiene que el estado (la nación) es una inconcebible abstracción (Borges, 1987: 36). Dicha abstracción, en el caso argentino, se funda, en muchos sentidos, en el Martín Fierro. Texto sobre el que opera la máquina de memoria y de olvidos, constituyendo a Fierro en la imagen de la nación. Borges, de acuerdo a Sarlo, anuncia los olvidos:
Volviendo a la propuesta borgeana pensemos en Tlön13, planeta en el cual juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica (Borges, 1987: 240). Recordamos, ahora, a la nación como esa inconcebible abstracción, es decir, lugar metafísico y comprobamos lo anunciado respecto de la percepción de Borges sobre el sustento del artilugio nacional en una ficción que considera, además, impúdica. Así lo afirma en el momento en que comentando la pasión nacional por las jornadas históricas sostiene que una de las tareas de los gobiernos ha sido fabricarlas o simularlas con acopio de previa propaganda y persistente publicidad. Tales jornadas, en que se advierte el influjo de Cecil B. de Mille, tienen menos relación con la historia que con el periodismo (Borges, 1987: 133). Interesantísima la propuesta del, ilustre, vecino de Buenos Aires. La ficción histórica es construida como esas impúdicas películas de Hollywood. Impúdicas porque están basadas en el mero sensacionalismo, en la seducción de las masas por lo espectacular, lo sensiblero y el lugar común. Valga una digresión: en un estudio preliminar de la Poética del inefable Aristóteles, Antonio García Yabrá recuerda que en Roma no tenía mucho éxito el teatro griego, pues la clase alta extrañaba cortinajes fastuosos y el pueblo pedía a gritos pugilatos de osos amaestrados. No se le quita lo romano a Occidente, dadle a un pueblo un gran guerrero, un triunfo imposible, una derrota heroica y os faltará muy poco para conjurar una nación. Ese poco es el otro, el enemigo a destruir. Frente a la historia impúdica, Borges inserta El pudor de la historia, lugar que recuerda hechos cruciales, pero que sus fechas esenciales pueden permanecer largo tiempo secretas (Borges, 1987: 132). De estos hechos cita uno fundamental, un instante de máximo reconocimiento del otro, cual es aquel donde un vencido islandés perpetúa las palabras del sajón que lo derrotó...
Desgraciadamente, sus profecías no han cristalizado, hasta hoy no se han cumplido. Bilbao no llegó a ver el exterminio de aquellos que proclamó como sus hermanos los indios. Borges alcanzó a vivir para ver el camino del hombre moderno. La primera edición del texto que hemos citado es de 1951. Veinte años más tarde, ya desengañado, escribió sobre el futuro posible de Occidente en El informe de Brodie, misionero que en un viaje arribó al país de los yahoos, las mismas bestias inmundas y muy semejantes a los animales humanos que fueron soñadas por Swift en Los viajes de Gulliver. Brodie, en su discusión sobre la lengua de aquellos seres, sostiene:
Nótese la capacidad de abstracción que tiene la lengua de los yahoos. Capacidad que provoca que posean instituciones14 y que su sociedad se organice de acuerdo a una serie que se enuncia así:
Ahora, una apuesta: los yahoos han llegado a la condición descrita porque excluyeron a su otro, cualquiera que fuese. Por tanto el discurso dominante en su patria fue el de la perversión. Negados a la posibilidad, al devenir, autocondenados a la repetición de lo uno y de lo mismo se fueron degradando poco a poco, tal como nuestra sociedad se pervierte16 día a día un poco más. De ahí que los yahoos representan en suma la cultura, tal como la representa Europa, pese a sus múltiples pecados (Borges, 1987: 1.036). Múltiples pecados, de los que Borges muestra uno en particular en un relato perfecto: Deutsches Réquiem. Allí el protagonista descubre que, en un más allá de los sueños sociales, la verdad del orden social se encuentra en la reiteración infinita de la violencia (Sarlo, 1995: 193): El mundo se moría de judaísmo y de esa enfermedad del judaísmo que es la fe de Jesús: Nosotros le enseñamos la violencia y la fe de la espada... (Borges, 1987: 755). Este será el legado de la Alemania nazi... Se cierne ahora sobre el mundo una época implacable. Nosotros la forjamos, nosotros ya somos su víctima. ¿Qué importa que Inglaterra sea el martillo y nosotros el yunque? (Borges, 1987: 757). Por tanto, de aquí en adelante, siempre el uno será martillo y el otro será yunque. Luego, está abierto el camino a la negación estructural del otro, el camino de la perversión. Cambió la buena nueva. El fracaso de la modernidad, que Borges, y también la posmodernidad, ubica en los campos de exterminio, nos muestra un futuro incierto, donde la negación estructural del otro será siempre posible. En este punto, una discusión, pues se ha observado, con rigor, que la modernidad fracasó mucho antes de Belzec: fracasó en el holocausto olvidado del siglo XIX: en Arauco, en Guyana, en el Oeste, en la Patagonia (Triviños, 2001). Agregamos que la modernidad no fracasó, simplemente se desenmascaró en su transcurso el accionar de Occidente, colectivo imperial que desde sus inciertos orígenes hasta la actualidad se esfuerza en eliminar toda expresión de alteridad. Una reflexión seria, relacionada con tal esmero, es la planteada por Triviños cuando enseña que el otro es irreductible, que a pesar de todos lo intentos por eliminarlo, sigue presente. De ahí, agregamos, que la perversión acompaña el decurso de las naciones, pues la emergencia tenaz de la alteridad hace de la voluntad de su exterminio una constante.Y en aquel viaje mortal, una de sus víctimas han sido los indios. Desdichado blanco de las jóvenes naciones del siglo XIX. Surge Bilbao, pues para él Arauco representa la posibilidad de la nación. Las naciones de Occidente, al eliminar sistemáticamente a sus otros, van quedando poco a poco sin posibilidad, con la excepción exquisita del yahoo.
Ese lugar para ser construido, al menos en parte, requiere de la reflexión sobre la nación. Mas su criado, el pueblo, sistemáticamente adiestrado en el amor a la patria, los poderes perversos17 y el discurso cómplice, impiden toda discusión. Savater al respecto sostiene:
La literatura, como se habrá notado, usa procedimientos más económicos que los nuestros para tratar los anteriores asuntos:
NOTAS 1 Sistema que acontece gracias a una formulación enunciativa. El concepto filosófico de enunciado es muy complejo, creemos que una aproximación sería considerarlo como una formulación original sobre el lenguaje que se plasma en una frase, no necesariamente inteligible, que determina un diagrama o un estrato (generalmente histórico). La determinación puede darse sobre un área o sobre el total del estrato. Véase: Deleuze, 1987: 32 y ss. 2 Seguimos aquí a Jaime Concha, en Bello y su gestión superestructural en Chile. Mapocho 47. Santiago. 1997. 3 Síntesis en términos hegelianos. Hoy diríamos sistema de pensamiento. 4 Deberíamos escribir en lugar de Occidente: sociedades sedentarias. Pues naciones de otras regiones trabajan en un sentido muy similar a las occidentales. Una diferencia real no es, por ejemplo, Occidente-Oriente sino sedentarios y nómadas. Estos no desean pertenecer a un Estado-Nación. Es más, como observan Deleuze y Guattari (1996), conjuran su aparición. 5 Entre sus efectos: La pacificación de la Araucanía y el pinochetazo. Pronunciamiento que, según la derecha fascista, salvó a la nación de las hordas marxistas, es decir, de los incivilizados. 6 El Mercurio, Editorial del 7 de junio de 1859. En: Triviños (2001). 7 Cambiamos nuestro discurso a primera persona a fin de facilitar(nos) la exposición sobre el asunto. 8 A propósito de naturales. Otra arista del pensamiento del Bilbao es su profundo amor y respeto por la belleza de la naturaleza americana, desgraciadamente como él mismo observa, nada de eso ve el europeo. 9 No exageramos en atribuir un carácter perverso a la nación, no somos los únicos en pensar así. Al ejemplo citamos: El monstruoso error de lo que somos como individuos y como pueblos (Julio Cortázar). En lo que llamamos Estados Modernos nuestras sociedades se nos muestran verdaderamente demoníacas (Michel Foucault). 10 Comentamos que esta batalla se inscribe en el uso perverso del recurso del diálogo que hicieron durante toda la campaña los invasores. Sabemos que para los mapuches el parlamento con el otro es una ancestral costumbre que permite resolver diferencias. De ahí que durante toda la guerra de exterminio y a pesar de ella, los indios aceptasen a reunirse en parlamento con los chilenos. 11 En cambio, Bilbao, lector de Hegel, considera que la América constituyéndose en repúblicas es el más grande fenómeno moral que conocemos... (Bilbao, 1988, 192). Esto se debe leer en el contexto histórico, Francisco Bilbao, para pensar, debe informarse en la época, Hegel era un pensador de avanzada y aquél no contaba con los elementos teóricos para subvertir el pensamiento de éste. Insistimos, también en otro hecho radical: Bilbao reflexiona antes de Nietzsche, padrino de la transgresión filosófica. Pese a lo anterior, como hemos mostrado, el autor de El evangelio... casi siempre es capaz de ir más allá, de alcanzar la transgresión. 12 Narración que en su rama oficial, como la llama Abel Posse, informa a la nación. 13 Hablamos del planeta configurado sobre el lenguaje por un cuento titulado Tlön Üqbar Orbis Tertius. 14 La institución es por esencia una abstracción. La teoría sobre ella enuncia que se trata de una persona distinta de las personas que la componen. 15 Factor dios, como lo llama María Nieves Alonso, significa el uso de la idea de un Dios como pretexto para controlar férreamente una sociedad dada. 16 Usamos el término en el sentido dado en este trabajo. 17 El poder en sí no es perverso, simplemente es. Al hablar de poderes perversos nos referimos a la forma en que lo ejercen aquellos que lo han capturado y en atención a sus altas funciones defienden la nación por sobre todas las palabras, por sobre todas las cosas y contra todas las palabras, contra todas las cosas. Bilbao, Francisco. 1988. El evangelio americano. Caracas: Biblioteca Ayacucho. Borges, Jorge Luis. 1987. Obras completas, Tomo II. Buenos Aires: Losada. Concha, Jaime. 1997. Bello y su gestión superestructural en Chile. Mapocho 47. Santiago. Deleuze, Gilles. 1987. Foucault. Barcelona: Paidós. _____. 1991. Lógica del sentido. Barcelona: Paidós. _____. 1995. Crítica y clínica. Barcelona: Paidós. Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. 1996. Mil mesetas. Barcelona: Pretextos. Ferrater Mora, José. 1984. Diccionario de filosofía. Madrid: Alianza Editorial. Ibacache, Juan Carlos. 2001. Historia de la comuna de Arauco. Concepción, Chile: Icaro. Ibacache, Juan Carlos. 2003. Laraquete... portal a la historia de Arauco. Concepción, Chile: Icaro. Pinto, Jorge. 2000. Modernización, inmigración y mundo indígena. Chile y la Araucanía en el siglo XIX. Temuco, Chile: Ediciones Universidad de la Frontera. Rojas, Manuel. 1972. Obras completas. Tomo II. Santiago, Chile: Zig-Zag. Sarlo, Beatriz. 1995. Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires: Ariel. Savater, Fernando. 1996. Contra las patrias. Barcelona: Tusquets. Triviños, Gilberto. 2001. Hordas salvajes y felices conquistas en la literatura chilena republicana. Inédito. Villalobos, Sergio y Finsterbuch, Marta. 1991. Introducción de la historia de mi país. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. |